Los dientes están en contacto con numerosas sustancias que actúan de forma agresiva sobre su parte más externa, el esmalte. Una mala alimentación acompañada de una inadecuada limpieza de la dentadura, puede producir caries, inflamación de las encías, sarro y piorrea. Además, hay que tener en cuenta que las consecuencias de una boca enferma se pueden extender a lo largo de todo el tubo digestivo. Así pues, el mejor consejo para cuidar dientes y encías es tener buenos hábitos de higiene y lavarse la boca después de las comidas.
Enjuagues
Un método efectivo para fortalecer y sanear las encías consiste en enjuagarse la boca con agua fría. Con cada bocanada tenemos que inflar y desinflar los carrillos con fuerza, haciendo que el agua pase a través de los dientes en los dos sentidos: hacia arriba y hacia dentro. Como no es necesario utilizar ningún producto, a este método se le suele denominar “el dentífrico de los pobres”.
Cepillado para evitar el sarro
Impregnar el cepillo dental, seco, con bicarbonato y cepillar los dientes que tengan sarro. Hacerlo en dirección arriba-abajo, abajo-arriba.
Cepillado contra la piorrea
Cada vez que nos cepillemos los dientes y veamos que el cepillo se ha manchado de sangre, debemos insistir en la zona que sangra, sin disminuir la frecuencia ni la intensidad del cepillado.
Curiosidades
- Si se le cae un diente a un niño, debe cogerse, sin limpiarlo, introducirlo en un vaso de leche (o agua) y llevarlo al dentista tal como está.
- Es conveniente quitarle el chupete al niño cuando ya haya cumplido los dos años.
- El desarrollo de los dientes está condicionado por causas genéticas. Así, por ejemplo, un niño podrá tener los dientes desviados si heredó unas piezas dentarias muy grandes de uno de sus padres y unas mandíbulas muy pequeñas del otro.