Hay padres que sufren viendo sufrir a un hijo que ‘nunca es demasiado bueno’. Que se esfuerza muchísimo en cada uno de sus labores, y nunca se siente satisfecho con lo que ha conseguido, por mucho que sea. Si hay una característica de los perfeccionistas, es que suelen entregar tardíamente sus trabajos porque dan mil vueltas a una idea que en principio ya estaba bien. Los padres que notan un esfuerzo demasiado marcado en un hijo que tiene la edad de divertirse al máximo, deberían seguir leyendo.
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La búsqueda incesante de la perfección denota inseguridad y también una obsesión. Y todos sabemos que las obsesiones, poco tienen de bueno.
Una vez di clases particulares a una pequeña de siete años que, con el mínimo fallo que cometía, como por ejemplo colorear la figura que no era, se ponía histérica y no había forma de calmar su llanto. A veces, el error es que a los niños se les halaga por sus méritos y no por quiénes son. Los padres, en vez de demostrarle cuánto vale cuando hace algo bien, deben demostrárselo diariamente, haga lo que haga. Así crecerá la autoestima del niño.
Recuerda que eres el ejemplo a seguir de tu hijo, por lo que reconoce delante de él que nadie es perfecto y que todos, ya sea su padre, él, su hermano o tú misma, tienen derecho a equivocarse.