Fomentar la autoestima de nuestros hijos es muy importante, puesto que este aspecto les dará seguridad de mayores y les permitirá afrontar futuros problemas con mayor madurez y calma. Lo más importante es saber que los padres juegan un papel fundamental a la hora de determinar la autoestima de un niño, siendo ellos quienes contribuyen en gran parte a que su autoestima sea más baja o menos.
A continuación os dejamos algunos consejos que ayudan a mejorar la autoestima de los hijos.
- Responsabilidad. Darle responsabilidades, creando un clima donde se exija su colaboración le hará sentir importante, ayudándole a entender la importancia del compromiso.
- Toma de decisiones. Aunque sabemos que los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, intenta que resuelvan por sí solos sus problemas. Así, aprenderán a resolver conflictos de manera independiente.
- Premia su esfuerzo. Los niños también tienen sus obligaciones, como hacer los deberes o recoger sus juguetes. Intenta premiarle, tanto con regalos materiales como con palabras, su buena conducta. Reconocer un trabajo bien hecho le hará sentir bien y seguirá realizándolo con gusto.
- Límites. Es necesario que los hijos sepan hasta dónde pueden llegar y esta tarea es de los padres. Sus conductas tienen consecuencias y ellos deben conocerlas. Es importante que los padres sean inflexibles en este sentido, cumpliendo lo que determinan al realizar reprimendas del tipo “si no lo haces, no podrás ir a la excursión”.
- Aprender de los errores. Una de las ventajas que se obtienen al empezar a resolver los problemas por ellos mismos es la capacidad de aprender de los errores. En este sentido, es bueno animarle a que lo siga intentando, nunca criticar sus actuaciones.
- Crítica constructiva: las críticas que no son constructivas tan sólo sirven para que el niño pierda autoestima. Es mejor explicar las razones por las que algo se debe hacer que criticar de forma severa algo mal hecho, que quizás termine en un cambio de actitud del niño pero sin que éste sepa por qué. Así, es mejor decir “me gustaría que me ayudases y colocaras la ropa sucia en la cesta, sino, me siento muy cansado/a al final del día” que decir “nunca dejas la ropa sucia en su sitio, no me ayudas en nada”. La segunda respuesta le dolerá al niño quien, seguramente, se ponga del mal humor y prefiera ayudar simplemente por responder a regaños, haciendo caso omiso a los fundamentos de éstos.