

Es algo habitual que los bebés se chupen el dedo. Pero aunque sea un hábito común a todos los pequeños, también puede ocasionar problemas en su salud. Te contamos Cómo ayudar a tu hijo a dejar de chuparse el dedo. Es un proceso por el cual todas las madres tienen que pasar.
Antes que nada, si tu bebé de apenas unos meses de vida se chupa el dedo, no te alarmes. Es una conducta innata en los recién nacidos y que no es perjudicial cuando se trata de niños muy pequeños. El problema viene cuando han salido los dientes y, sobre todo, cuando va a producirse la muda de los dientes de leche hacia la aparición de la dentición definitiva.
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Es decir, que tenemos tiempo de sobra para esperar pacientes que a nuestro hijo se le pase esa costumbre que, por otro lado, lleva haciendo desde que estaba en el interior de nuestro útero. La mala noticia es precisamente esta, pues ya han nacido chupando su dedo y para ellos es algo natural hacerlo. La noticia buena, es que cuando tengamos que empezar a actuar para cambiar esta conducta, nuestro hijo ya tendrá consciencia y podremos negociar con él para educarle en este sentido. No va a ser fácil, pero con paciencia, se consigue.
Para no dejarte sola ante el peligro, aquí van unos cuantos trucos que os hará más llevaderos, a tu hijo y a ti, ese proceso de aprendizaje. Sencillamente, el pequeño se hace mayor y tiene que aprender cosas nuevas. Vamos a ello.
Dale protagonismo
Chuparse el dedo no solo es un hábito porque sí, sino que aporta un beneficio al niño y es que le relaja hacerlo. De hecho hay personas adultas que todavía se chupan el dedo, sobre todo cuando están nerviosas. Por eso, hay que evitar situaciones de estrés al pequeño. Nada de castigarle o de regañarle, ni tampoco burlarse de él o amenazarle.
Para que el niño deje de chuparse el dedo tiene que estar tranquilo y sentirse seguro, así que el estrés de los mayores o los cambios en la vida de los adultos no deben influirnos para imponer un proceso tan trascendental al niño. Esto quiere decir, por ejemplo, que hay situaciones como son la llegada de un hermanito, o la entrada al colegio, que ya suponen un cambio grande para el niño. Estos momentos no son buenos para querer imponerles otro cambio más como es el de que no se chupen el dedo. Son demasiadas emociones para él.
Si queremos que el pequeño deje de chuparse el dedo, no lo relegues a un segundo plano. Sino al contrario, es él y su capacidad de no chuparse el dedo los que deben tener protagonismo y ser reconocidos y premiados.
Habla con el niño
Estamos refiriéndonos al caso de un niño que tenga más edad, como unos 4, 5 o 6 añitos.
Aquí el pequeño ya comprende y le podemos explicar que si se chupa el dedo, sus dientes van a ponerse enfermos y se le pondrán feos.
Premios, siempre en positivo
Podéis organizar un juego, similar a un pequeño reto en el cual el niño recibirá un premio si consigue estar una tarde, un día o una semana sin chupar su dedo. No tienen que ser premios grandes, sino cualquier obsequio que al chiquillo le haga ilusión, como una pegatina, o algún juguetito. Así verá que su esfuerzo tiene recompensa. Además, como ha sido capaz de superar el reto, su autoestima también crecerá.
Distraer al niño
Los niños tienen una gran capacidad de abstracción y para distraerse con cualquier cosa, pero también tienen la misma facilidad para aburrirse. Muchas veces una mala conducta viene no porque el niño sea malo, sino porque se aburre. Esto no quiere decir que el niño que se chupa el dedo deba ser considerado un mal niño, porque en absoluto lo es. Partimos de la base de que todos los seres humanos se chupan el dedo desde que son meros fetos.
El chupete no es tan saludable, ¿o sí?
Igual que los adultos necesitamos estar distraídos o con las manos ocupadas cuando queremos dejar de fumar, también los niños necesitan esto mismo cuando queremos evitar que el niño se chupe el dedo. Propónle juegos y dale entretenimiento para que no se aburra.
Sustituye el dedo
Los pequeños necesitan tener un apoyo a través del cual calmar su ansiedad, sus miedos y su nerviosismo. El chuparse el dedo suele ser el remedio más socorrido, pero si sustituyes este ritual por otro, iremos avanzando. Por ejemplo, el niño debe tener un muñeco favorito en el cual apoyarse cuando esté intranquilo. Puede ser un muñeco, un peluche o incluso otro tipo de juguete, pero que el peque pueda llevar consigo siempre. En ocasiones, hay niños que cogen cariño a una mantita, por ejemplo y siempre la llevan a cuestas para acariciarla.
Huir de métodos drásticos
Cierto que a veces no hay más remedio, pero estas técnicas las dejaremos como último recurso si vemos que ya la situación se vuelve peligrosa para su salud y que chuparse el dedo le está haciendo daño.
Poner guantes, colocar cintas en el dedo o sustancias amargas que hagan que el niño literalmente no pueda chuparse el dedo. Son métodos parecidos a los que usamos cuando queremos dejar de mordernos las uñas pero que, hechos a un niño pequeño pueden tener efectos contraproducentes en su carácter. Pues supone una agresión a su cuerpecito, incluso aunque lo hagamos con la mejor voluntad.
Si vemos que la situación se prolonga más allá de los 5 años y que todos nuestros intentos fracasan, la solución está en pedir ayuda profesional. El mismo pediatra puede decirte qué hacer en tu caso particular, pues a veces unas cuantas sesiones con el psicólogo infantil obran milagros y esto no significa que el niño tenga problemas o sea anormal, pero estos profesionales pueden ayudarnos a modificar conductas perniciosas y a calmar ansiedades.
En ocasiones, el logopeda y el odontopediatra también pueden intervenir.
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